Gaza: Una tregua frágil

Gaza: Una tregua frágil

Luego de tres semanas de guerra, el ejército israelí y los militantes de Hamás comenzaron un muy precario período de tregua. Y al concluir los bombardeos en la franja de Gaza y los ataques de cohetes al sur de Israel, el saldo incluye: escuelas, hospitales y hogares destruidos; y miles y miles de muertos y heridos, entre los que se encuentran civiles inocentes de ambos bandos.

Luego de tres semanas de guerra, el ejército israelí y los militantes de Hamás comenzaron un muy precario período de tregua. Y al concluir los bombardeos en la franja de Gaza y los ataques de cohetes al sur de Israel, el saldo incluye: escuelas, hospitales y hogares destruidos; y miles y miles de muertos y heridos, entre los que se encuentran civiles inocentes de ambos bandos.

Aunque la comunidad internacional trabajó arduamente para incentivar las condiciones adecuadas para un alto al fuego duradero, la verdad es que cada sector decidió detener las hostilidades de forma independiente. Israel comenzó la tregua de manera unilateral; decisión que Hamás siguió con una actitud similar. Ambos grupos, sin embargo, se reservaron el derecho de continuar los ataques si no cambian los problemas que iniciaron el conflicto, entre los que se encuentran terminar el bloqueo y abrir las fronteras de la franja, y terminar los bombardeos al sur de Israel.

Gaza ha vivido en estado de sitio y de dolor por años. La alta densidad poblacional la convierte en una región de tensión cotidiana, dolor permanente, angustia diaria… Solo varios ejemplos son clave para poner de manifiesto la naturaleza de las dificultades: El sistema de purificación de aguas y administración de desperdicios sólidos, en el mejor de los casos, es precario, casi inexistente. Los hospitales, cuando no hay guerra, no tienen el equipo ni las medicinas ni el personal necesario para atender a la población. Además, el bloqueo israelí aumenta la angustia y dificulta de convivencia cotidiana.

Esas realidades diarias de crisis y conflicto han sido el contexto ideal para que crezca en Gaza un ambiente de desesperanza, resentimiento y frustración. Los niños y las niñas, por ejemplo, crecen en medio de adversidades inimaginables que le desdibujan la sonrisa de los labios y que afectan adversamente los procesos normales de desarrollo físico, emocional y espiritual. Y esos ambientes de dolor continuo y creciente son ideales para la intolerancia y para que la gente se mueva de la frustración personal y nacional a la violencia social y militar. Cuando las personas sienten que lo han perdido todo, cuando se deja de soñar y se pierde la esperanza, la gente comienza a imaginar un mundo mejor a través de medios alternativos, que no siempre son caminos de diálogo, paz y respeto a la vida.

Esos ambientes de guerra continua, dolor extremo y desesperanza absoluta son ideales para que se manifiesten ideologías de terror, surjan filosofías de guerra que no valoran la vida y motivan a sus militantes a la inmolación, y para que se revelen dinámicas bélicas extremas que sorprenden al mundo con decisiones que parecen descabelladas. En Gaza se vive en uno de esos entornos de crisis intensa, en medio de una ciudad devastada, en un gran campo de concentración que le corta las alas a la imaginación, hiere las posibilidades de la creatividad y contamina el ambiente para que la esperanza resucite.

En efecto, hay tregua en Gaza pero es frágil. Y aunque la comunidad internacional la recibe con alegría, también reconoce que si no se cambian las condiciones de vida en esas ciudades, la tensión continuará, los cohetes seguirán, las personas muertas aumentarán y la paz se esfumará. En efecto, el camino hacia la paz en la franja de Gaza, que incluye la seguridad de Israel y establecimiento de un estado palestino viable, es la transformación de las realidades de muerte que generan irrespeto a los derechos humanos y motivan las respuestas bélicas al sur israelí. Y en ese necesario proceso de implantación de la justicia, se debe incorporar toda la gente de buena voluntad y la comunidad internacional.

Samuel Pagán
Pastor evangélico