El triunfo de la guerra en Gaza
El rostro de la guerra en Gaza es de dolor, desesperanza y muerte. Las imágenes devastadoras presentan los cuerpos heridos de niñas, niños, mujeres, ancianos y ancianas; además, proyectan edificios destruidos, entre los que se encuentran escuelas y hospitales. La angustia no se confina a los habitantes de Gaza pues se manifiesta también en Israel, donde diversas comunidades han sido heridas por los ataques de los militantes de Hamás.
Para el gobierno de la Autoridad Palestina (AP) el costo es enorme. En primer lugar, no tienen mucho poder político para intervenir con efectividad en el conflicto. De un lado, la administración del presidente Abbás está en su etapa terminal y los logros de su gestión no han sido muchos. Además, con las próximas elecciones en Israel no están claras las directrices que van a tomar los diálogos de paz. Y como si fuera poco, muchas personas en la comunidad palestina perciben a la AP como una organización política inefectiva que no puede responder a los desafíos del actual Oriente Medio.
Hamás está en una encrucijada aún mayor, pues es un partido político radical que llega al poder con un discurso belicoso. Su razón de ser es combatir a Israel, y esa política militar la demuestra continuamente con los cohetes que lanza a las ciudades israelís. Su objetivo inmediato es claro: Terminar el bloqueo económico y militar, para posteriormente crear un estado palestino religioso. En el camino, además, proponen destruir el Estado de Israel.
En Israel las dinámicas son igual de complejas. Como respuesta a los ataques de cohetes de los militantes en Gaza, el ejército israelí se ha involucrado en una guerra impopular que tiene el potencial de enajenar estados aliados y distanciar naciones amigas. Además, este conflicto bélico surge en medio de un complejo proceso eleccionario, donde los contendientes deben probar que son capaces de triunfar en la guerra, y que pueden mantener la seguridad de sus ciudadanos.
Todas estas manifestaciones de violencia se producen en medio de una transición de poder en los Estados Unidos. Ya la administración Bush demostró su incapacidad en los diálogos de paz. Las intervenciones de esa administración fueron inefectivas y fallidas. Esas políticas han hecho que Israel, la Autoridad Palestina y Hamás ignoren sus recomendaciones de paz. Y en ese vacío político internacional, campaña política nacional y transición en Palestina y EUA, los militantes de Hamás han encontrado el espacio ideal para llevar su mensaje de libertad no solo a sus conciudadanos sino a Israel y al mundo.
Posiblemente, unos de los desafíos de la administración del presidente Obama es retomar y contribuir positivamente al proceso de paz en la región. Y en torno a este tema ya se ha dicho con mucha sabiduría que sin paz entre Israel y Palestina los esfuerzos de pacificación en la región serán infructuosos.
El acercamiento al conflicto de la nueva administración estadounidense debe reconocer que millones de palestinos viven en condiciones que atentan diariamente contra los más elementales derechos humanos. El mundo no puede ignorar el dolor en Gaza, que es uno de los centros urbanos más densamente poblados del mundo. A la vez, debe reconocer también que los ciudadanos del Estado de Israel desean vivir en paz y seguridad.
Esta guerra la deben ganar los miles y miles de ciudadanos inocentes de Gaza e Israel. La AP ya perdió su poder; los militantes en Gaza perdieron la infraestructura física de la ciudad; e Israel, con toda la proyección visual del conflicto, ha perdido la imagen de ser una nación justa y sobria.
Dr. Samuel Pagán
Pastor evangélico