La visita «pastoral» del Papa a Tierra Santa

La visita «pastoral» del Papa a Tierra Santa

La visita «pastoral» del Papa a Tierra Santa

Dr. Samuel Pagán
Profesor de Biblia en Jerusalén

De la visita oficial del Papa Benedicto XVI a la Tierra Santa se está hablando desde febrero. Y desde el mismo día que en el Vaticano y en Jerusalén se hicieron públicos los preparativos del viaje, se han manifestado algunas de preocupaciones que tocan al corazón del programa.

Algunos comerciantes, particularmente los que están relacionados con el turismo, indican que la visita llega a destiempo, pues es temporada alta y los hoteles ya están comprometidos. Algunas agencias han tenido que mover peregrinos de varios hoteles por las dinámicas relacionadas con la seguridad de la visita. Debemos recordar el ambiente de tensión que reina en varios lugares a dónde llegará el Sumo Pontífice de Roma.

Otros sectores, más cercanos a las iglesias, piensan que la visita debería contribuir positivamente al avance de las relaciones entre el Vaticano e Israel. Debería la visita papal incentivar las firmas de acuerdos bilaterales con la Iglesia. Comentan que la visita debería ser una manera de mover los sistemas políticos en Israel para que se «liberaran» varias estructuras gubernamentales que no facilitan las labores misioneras en la región.

Sin embargo, en el corazón de esta llamada visita «pastoral», se encuentran dos realidades políticas y de relaciones públicas que no deben pasarse por alto, ni obviarse, ni ignorarse. La decisión del Vaticano de incorporar nuevamente a la Iglesia al controversial obispo Richard Williamson, que de forma desafiante niega el Holocausto. Esa decisión eclesiástica generó en el Estado de Israel, y en las comunidades judías en el resto del mundo, gran consternación.

El problema de la negación de Holocausto no es un asunto de cuántos judíos fueron asesinados en la Alemania nazi: Es un abierto desafío a la comunidad judía general que no solo experimentó el antisemitismo europeo sino que ahora debe enfrentar las voces que niegan ese patético hecho. Benedicto XVI es la persona responsable de ese proceso eclesiástico que obvió o, por lo menos, subestimó las consecuencias de un nombramiento episcopal de esta naturaleza.

Incides, además, con esta visita «pastoral», los comentarios papales en torno a Mohamed. En un discurso en Ratisbona, el Papa aludió al profeta y citó una obra medieval. Se indica, en la referencia, que Mohamed es responsable por algunos males que han llegado a la humanidad, p.ej., la violencia y la irracionalidad con las cuales se asocia al Islam. Las reacciones no se hicieron esperar, pues la comunidad musulmana no solo se sintió agraviada y ofendida por el discurso sino que entendió que las palabras del Pontífice representan la verdadera comprensión católica del Islam y que los diálogos con esa comunidad eclesiástica eran solo conversaciones irrelevantes sin mucha significación social, espiritual y política.

Y en el contexto amplio de esas dos dificultades de relaciones públicas, con las comunidades judías y las musulmanas, de falta de tacto y juicio político, de imprudencia teológica y administrativa, y de unilateralidad eclesiástica y literaria se organiza esta visita «pastoral» que puede convertirse en solo un viaje por Jordania, Israel y Palestina, sin una contribución pastoral significativa que bendiga seriamente a la comunidad cristiana en la región, que cada vez es más pequeña y con pocos recursos para llevar a efecto su misión.

Una visita verdaderamente pastoral a la Tierra Santa debe dialogar con las autoridades israelís, palestinas y jordanas sobre los desafíos reales que tienen las iglesias y los creyentes en la región: Por ejemplo, nos preocupa seriamente que las comunidades cristianas sigan decreciendo, entre otros factores, por la violencia en la región, por políticas administrativas que dificultan las actividades educativas y misioneras, y por las complicaciones logísticas en las comunicaciones y la transportación entre diversos sectores palestinos.